Marruecos

Dormir en el desierto del Sáhara

Desierto del Sáhara

Si hay una experiencia que no me importaría volver a disfrutar, bueno, en realidad son muchas experiencias, pero una en concreto es dormir en el desierto del Sáhara.

Además, fue algo que surgió. Cuando fuimos a Marruecos, queríamos llegar hasta el desierto, pero no sabíamos que pudiéramos quedarnos a dormir allí, bajo las estrellas.

Desierto del Sáhara

Y quizás fuese esa la segunda vez que podía ver las estrellas caerse encima de mi. La primera vez fue en el Gran Cañón del Colorado, y la tercera, en las Islas Togian, Indonesia.

Llegando al desierto

Llegamos al desierto del Sáhara como Lawrence de Arabia, en camello, y la verdad que con el culo bastante dolido. Primero tuvimos que atravesar Merzouga, la ciudad que consideran la puerta del desierto, y después llegamos a una especie de campamento donde nos esperaban los bereberes con los que compartiríamos noche de música bereber, y cena bereber. Ah!! También estaban los camellos esperando para llevarnos hasta otro campamento más alejado, a una hora en camello, y con tormenta del desierto.

La arena se metía hasta cualquier lugar (cuidado con las cámaras de fotos, se rompió una de las dos que llevaba a causa de la arena). Y el viento golpeaba en la cara, menos mal que llevaba gafas de sol y un pañuelo grande que tapaba cara y cabeza (imprescindible llevar ambos si vas al desierto).

Una buena idea es disfrutar pisando la arena del desierto, es tan fina que las pisadas se hunden, pero también salen rápidamente. Sentir el tacto, y por las mañanas el frío de la arena, es algo que no se siente ni siquiera en la arena de la playa. Fue un tacto nuevo, una sensación que nunca antes había tenido, y sí, pensaba que sería como pisar la arena fina de las playas, pero no.

Poco a poco fuimos viendo dunas más y más grandes, parecía fácil desorientarse, más aún sabiendo que las dunas cambian de posición debido al viento, y cómo va moviendo la arena que las dan forma. Pero los bereberes conocen el desierto, y con ellos no te puedes perder.

Desierto del Sáhara

Llegamos hasta el campamento, donde dejamos a los camellos descansar. Había las suficientes tiendas bereberes para todos, cenar y dormir. Tiendas que parecían rudimentarias, pero que luego no lo eran tanto. Realmente, en el desierto, sobre todo si estás de paso, como nosotros, no necesitas mucho más. Hay que decir que los bereberes con los que pasamos la noche en el desierto, no viven allí, si no en el campamento previo.

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La noche en el desierto

Cuando llegamos, parecía imposible no intentar subir a la duna más alta y ver ese océano de dunas infinito. Me recordó al mar, mirar hacia el horizonte y sólo ver dunas, como si fueran olas. Y saber que al día siguiente ese mar de dunas se configuraría diferente debido al viento y la “migración” de la arena hacia otro montículo. El desierto del Sáhara es un paisaje cambiante, siempre es diferente, cada día es diferente.

Desierto del Sáhara

Desierto del Sáhara

Cenamos comida típica bereber, tajin de verduras, cuscus, carnes empanadas, y bebimos té, mucho té. Nos la cocinaron ellos, así que sí, era comida bereber.

Y después de cenar, empezó la fiesta. Hicimos fiesta bereber, como puedes ver, en esa parte del desierto del Sáhara todo es bereber, por cierto, una comunidad muy abierta.

Desierto del Sáhara

Empezaron a prender las shishas de frutas, la música de timbales, el ritmo, los colores de sus trajes, sus sonrisas, su incansable no parar, y así unas horas. Por que en el desierto parece no existir el tiempo como lo conocemos nosotros, las prisas no existen. Corría el té sin control, ya que el alcohol no se estila en la comunidad bereber.

Desierto del Sáhara

Fue una gran noche, pero que terminó mejor de lo que pensábamos.

Los días en el desierto son calurosos, pero las noches son frías, puede caer mucho la temperatura, así que la ropa de abrigo no viene de más. Una camiseta térmica, un jersey, o un polar en suficiente.

Teníamos nuestra tienda de campaña bereber preparada, con unas camas típicas bereberes, pero dormir mirando unas estrellas alejadas de la contaminación lumínica era una obligación.

Desierto del Sáhara

Así pues, mantas fuera de la tienda y a contar estrellas hasta quedarnos dormidos. No hay ruidos, nada, sólo el desierto.

Amanecer en el desierto del Sáhara

Y si el atardecer y la noche son únicas en el desierto, no lo es menos el amanecer. Los colores van pintando el cielo, pero también pintan el color de las dunas. Va cambiando poco a poco, a medida que la luz va tomando fuerza.

Desierto del Sáhara

Y con el amanecer, el desayuno, y la vuelta, un adiós al desierto, un lugar único.

La arena por la mañana es fresca, refresca los pies, y de nuevo, esa sensación nunca antes sentidas por los pies. Recuerda que el camino de vuelta dura una hora, y el trasero se resiente muchísimo con el vaivén del movimiento del camello. Si ves que no puedes más, no dudes en decírselo a tu guía, ya que tiene que parar y bajar el camello para que puedas ir andando.

Desierto del Sáhara

Desierto del Sáhara

Es una experiencia que recomiendo a todo el mundo. Nosotros llegamos hasta allí en una excursión que contratamos en el Riad Dar Nakhla, donde nos alojamos en Marrakesh. Esta excursión nos llevó a atravesar la coordillera del Atlas, Ouarzarzate, el Valle del Dades y las Gargantas del río Todrá hasta Merzouga y el desierto del Sáhara.

Desierto del Sáhara

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Sobre mí

Raúl

Me fascina viajar, y hasta cierto punto estoy obsesionado con los viajes. Siempre intento tener un billete de avión en la cartuchera.
Recuerdo el momento que por primera vez pisé el extranjero, tenía 18 años, ese fue un viaje de ida, aún quiero seguir conociendo más y más.

2 Comentarios

    • Muchísimas gracias Conche, un placer tenerte por aquí 🙂

      La verdad que lo de los desiertos es algo hipnotizador, hemos estado el mes pasado en Atacama, y la verdad que es alucinante. Los desiertos no sé que tienen, pero me encantan.

      Saludos!!

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